LA DESCOMPOSICIÓN IRREFRENABLE DEL APARATO POLICIAL JUJEÑO

Una mujer policía denunció públicamente el maltrato y abuso que sufre por parte de algunos miembros de la policía de la provincia de Jujuy (Que Pasa Jujuy, 29/11). Las denuncias abarcarían delitos como acoso sexual, laboral, arreglos con narcotraficantes, ventas de elementos secuestrados, encajonamiento de causas judiciales, entre otros hechos. Toda esta situación desencadenó que Natalia Tejerina intentara quitarse la vida producto de las presiones constantes que sufría.

Esta denuncia refleja el modo en que opera el aparato policial, un aparato descompuesto encargado de reprimir al pueblo y relacionado a las peores formas de explotación de un régimen descompuesto, como los son la trata y el narcotráfico. Un aparato responsable de las zonas liberadas y el gatillo fácil.
A la denuncia de Tejerina se suman una serie de sucesos que involucran también a efectivos de la policía. En octubre, Carina Gutiérrez, de 30 años, fue asesinada por su pareja -un efectivo que le disparó con su arma reglamentaria. En ese mismo mes, un sargento se disparó en la cabeza luego de realizar dos disparos en contra su ex pareja, quien logró sobrevivir al ataque.

Estos hechos marcan la descomposición total de las fuerzas de seguridad. Mientras el jefe de la policía de la provincia, Aldo Soles, atribuye estos sucesos a cuestiones personales o sentimentales, la impunidad y el encubrimiento con el que cuentan los violentos en la policía, permite en última instancia el uso del arma reglamentaria para cometer estos crímenes.

La denuncia de Natalia Tejerina retrata en definitiva a un régimen social descompuesto, en donde las fuerzas de seguridad son una de las patas principales de un entramado de represión institucional que convierte al Estado en el principal responsable de los femicidios y la impunidad reinante.


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